jueves, 3 de agosto de 2006

Tromba

He de decir que siento algo de mea culpa.

Ayer, tras salir de mi trabajo, decidí ir a pagar mi tarjeta de crédito de una tienda departamental. Pero debido al bloqueo que hay en Paseo de la Reforma, decidí irme a pie. Y he de decir también que en mi recorrido me encontré con imagenes verdaderamente surrealistas.

Mientras caminaba sobre la calle de Madero me dije (huestes pro peje, por favor absténganse de hacer malinterpretaciones al siguiente comentario): "Ojalá cayera una buena ventisca para que se vayan". Sí, así es, me molesté, no lo negaré.

Cual sería mi sorpresa que en la noche, cuando Die Walküre regresó del cine, fue a despertarme para contarme todas las peripericas que tuvo que hacer para llegar en taxi a casa. "fue un despapaye, todo estaba anegado".

Sí, sentí compación por toda esa pobre gente de los estados que fue, la verdad sea dicha, ACARREADA a cambio de "$500 pesos y la promesa de conocer la ciudad"; también sentí compación por aquellos que de forma idealista, siguen a un hombre que está no sólo perdiendo su capital político de una forma tan rápida que entrará al record Guiness, sino la cordura y la razón.

¿Por qué se inundó la ciudad? Simple, porque no se ha invertido en una obra que nadie ve (a diferencia de los "segundos pisos"), el drenaje profundo, el cual es absolutamente indispensable.

Y si a eso se le suma que el gobierno perredista de la capital en esta época de lluvias en lugar de dedicarse a desasolvar tuberías está utilizando recursos públicos para hacer pagar las propagandas de su campaña "voto x voto", rentar camiones y para alimentar a los que acampan, estamós fritos... o mejor dicho: nos llueve sobre mojado.